lunes, 22 de septiembre de 2014

Adolescencia y valores

PRESENTACIÓN DE LA NOTICIA:
“Techo: los secretos de la ONG que ya movilizó a más de 40.000 jóvenes”, en diario La Nación, 31/8/14. Sitio web: http://www.lanacion.com.ar/1723174-techo-los-secretos-de-la-ong-que-ya-movilizo-a-mas-de-40000-jovenes (Acceso: 31/8/14).


ANÁLISIS DE LA NOTICIA:
Durante el último fin de semana largo, la ONG Techo organizó lo que llamó "la construcción más grande de la Argentina". Participaron 1500 voluntarios, la mayoría estudiantes de escuelas secundarias, convocados por esta organización que moviliza a miles de jóvenes en varios países de América latina. Fueron tres días de sol radiante y de mucha energía para construir 256 viviendas de emergencia en 13 asentamientos del conurbano.


En el barrio Agustoni, de Pilar, el último fin de semana largo jóvenes de Techo 
construyeron la vivienda de Andrea Pereyra (centro), que participó de la obra. 

Aunque lo parece, no fue una jornada excepcional: en la Argentina, más de 40.000 jóvenes ya participaron en la construcción de unos 7000 de esos módulos de madera que, aunque siguen siendo precarios, significan para las familias que los habitan la posibilidad de dormir en un lugar seco y aislado de las temperaturas extremas.
Las jornadas son muy organizadas. El desayuno es a las 8, después sigue una charla explicativa en el patio y de ahí, cada cuadrilla parte a su construcción, guiada por los coordinadores de Techo que conocen el barrio y tienen relación con sus referentes comunitarios.

"La idea es sacarlos del piso de barro y del hacinamiento", define claramente Yamila Annacondia, de 20 años, encargada del grupo. Yamila conoció Techo cuando hacía una pasantía en la firma CENCOSUD y como cientos de voluntarios de la ONG visita el asentamiento los fines de semana para relevar las necesidades y abrir espacios de diálogo.
Los vecinos beneficiarios de las casas firman un contrato por el cual se comprometen a participar activamente de la construcción y a no venderla ni alquilarla por dos años. También a pagar una suma simbólica de $720 (el valor total del módulo es de $ 12.000) y usarla solamente como vivienda familiar. El plan de construcción es de dos días. Días antes, Techo deja el material en cada terreno donde se levantarán las construcciones.
Las casas miden 3x6 metros y constan de paneles de madera que se encastran como un Lego. El primer día de construcción se ponen los pilotes sobre los que se asentarán. Medir, cavar y nivelar sin usar máquinas eléctricas por una cuestión de seguridad es la parte más dura del trabajo. Todos se arremangan, los chicos compiten, las chicas se esfuerzan, los dueños de casa ayudan, todo es un trabajo en equipo. A la tarde se deja el piso instalado. A la mañana siguiente se colocan las paredes, las ventanas y la puerta. Después del almuerzo llega la parte final: las vigas y el techo. No se construyen instalaciones sanitarias ni eléctricas. Y no pretende ser una solución sino apenas un paliativo.
Pedro Imperatrice Frías tiene 27 años, es abogado y asiste como preceptor del colegio San Esteban. "En 2011 fue mi primera construcción. Con unos amigos nos reunimos para construir la casa y, además de ayudar, buscamos divertirnos así que lo tomamos como una competencia para ver quién construía más rápido. Lo primero que nos impactó fue que nos encontramos con una pareja de padres más jóvenes que nosotros, y que ya tenían tres hijos. Vivían todos juntos con la abuela", explicó.
Techo nació en Chile en 1997 a partir de un grupo de estudiantes universitarios que querían ayudar a resolver la situación de emergencia tras el terremoto de aquel año. La idea fructificó y se desparramó en toda América latina. Muchas escuelas y colegios la copiaron y asisten a cada una de las invitaciones que hace Techo.
"Confieso que tenía ganas de quedarme en mi casa. Pero ahora que vinimos, fue lo mejor y quiero seguir con esta ayuda", contó Delfina, alumna del colegio Santa Inés, de San Isidro.
Junto a ella estaba otra cuadrilla del Colegio Goethe, de Boulogne. Uno de sus alumnos, Gerónimo Rücker, resumió así su primera experiencia en Techo: "Cuando me anoté, tenía miedo de entrar en un mundo completamente nuevo, de no saber qué hacer o decir. Pero al conocer a Mirta (la dueña de la casa que construyó) y a sus dos hijas, ese miedo desapareció. Yo entregué tres días de trabajo para construir una casa inmensamente merecida, pero siento que no aporté nada en comparación con lo que me aportaron ellas".
Techo no recibe siempre halagos y hay quienes critican su actividad. Desde el extracto social medio alto de muchos de sus voluntarios hasta su forma de financiamiento, ya que recauda fondos con las construcciones y con eventos propios (cena y colecta anual), pero también reciben importantes aportes de empresas de sectores polémicos como la banca internacional o la minería. También se la ha criticado por no involucrarse con la política partidaria. Esto los hace mucho más independientes, pero, a su vez, con poca llegada a lograr políticas públicas efectivas a través del Congreso, por lo que la ayuda puede quedar en hechos aislados.
Otro lado polémico en la ayuda social que brinda Techo es la "legalización" del asentamiento. Una cosa es lo que dicen los mapas catastrales que tienen los organismos estatales y otra es la realidad. "La ocupación de tierras es la única solución que encontraron miles de personas en nuestro país para hacerse un lugar en el espacio urbano. Techo busca transformar asentamientos precarios en comunidades integradas social y territorialmente, en un hábitat adecuado que les permita alcanzar su pleno desarrollo como familias", explica Julia Gabossi, directora social de Techo Argentina.

OPINIÓN:
Me parece muy bueno que haya y que puedan aparecer ONGs como Techo en estos días en los que la inseguridad, la pobreza y la falta de buenas condiciones de vida se multiplican de una manera muy acelerada. Por eso, me parece interesante promover y dar a conocer lo que Techo realiza para que se sigan ofreciendo más y más voluntarios y aparezcan más ONGs con características similares, para que cada vez haya menos gente sin hogar.

ALUMNO:

Tomás B, 1° A”